martes, 26 de octubre de 2010

América, there they went



        El otro día en Sociología estuvimos hablando de la historia de la emigración y mencionamos por ello el descubrimiento de América. Es un tema que no me gusta nada, me repatea oír las opiniones de la gente que ni siquiera es capaz de ponerse “al otro lado del charco”.
        No puedo evitar ironizar con el tema. Está muy bien eso de ir descubriendo tierras nuevas, pero que yo sepa, antes de que llegaran a América allí ya vivía gente.
        Fue una invasión en toda regla. Encima los europeos nos trajeron mogollón de enfermedades, destrozaron familias enteras, mataron a muchos de nuestros antepasados sin razón alguna y nos dejaron sin tierras; nos robaron el oro, nos hicieron esclavos, e incluso se “cepillaban” a las mujeres sólo por darse el capricho. Ni qué decir tiene que implantaron su idioma, sus costumbres y cómo no la religión católica.
        No sé por qué todo el mundo se empeña en decir que el Descubrimiento de América fue un gran hecho para la humanidad, porque la verdad que para mi país, hablando mal y pronto, fue una “putadilla”.
        Y todo para qué, ¿para concluir que la tierra era redonda?
        ¡Pero si Colón se murió sin saber si quiera que había descubierto América!

        ¿Qué significado tiene para ti el día de la Hispanidad?

domingo, 24 de octubre de 2010

Cuatro paredes


        Llevo ya casi un mes compartiendo piso con Catalina y otras dos chicas más: Silvia y Noa. La verdad es que me están poniendo las cosas muy fáciles, y nunca se me olvidará la sonrisa con la que me recibieron.
        Mi habitación está al fondo a la izquierda. A ojo diré que es la más amplia de las cuatro que hay, además me encanta porque los muebles son de madera y la cama es súper grande. A la derecha está el escritorio, el cual tiene una ventana justo encima por la que entra mucha luz natural. Reconozco que soy un poco desordenada, y que hasta que no le recoja un poco no hay quien se ponga a hacer nada en él: ¡le tengo lleno de cuadernos y apuntes!
        La cama está según entras a la habitación, de frente. Encima en la pared tengo dos grandes fotos de mis padres y mis hermanos, y otra más pequeña de mi bebita. Justo a su izquierda hay un mueble de lado a lado de la pared con muchos compartimentos y cajones. Al principio estaban todos vacíos, pero poco a poco los he ido llenando con cosas de la universidad y “chuminadas” varias.
        También tengo una mini tele, la cual apenas uso porque prácticamente no tengo tiempo. Además yo  siempre he sido más de radio. Me encanta que Cadena 100 me sorprenda con “números de ayer” como ellos dicen, y que sean canciones antiguas que me recuerden a mi familia.
         Es genial que una canción te recuerde momentos diferentes de tu vida y te haga por menos que sonreir. Mi favorita es una de Hombres G: "Suéltate el pelo", que me recuerda lo desenfadada que es la vida, y lo mal que baila mi hermano mayor.      

        Quiero empaparme de buena música. Dime una canción que jamás te cansarías de oir. 



miércoles, 20 de octubre de 2010

Me pedí todo la suerte del mundo.



       Me acuerdo que el primer día llegué tarde a clase. ¿Cómo podía ser tan grande todo aquello? Me salvó que no fui la única, sino mi vergüenza se hubiera multiplicado por tres.
        La gente se mostraba agradable y despreocupada. Nadie conocía a nadie salvo dos o tres, y todo el mundo hablaba con todo el mundo. Pensé que por ser de otro país, de primeras iban a tenerme más rechazo. Sin embargo todo lo contrario.
        Desde el primer día me hice muy amiga de otra chica ecuatoriana, Catalina. Cogimos mucha confianza y nos estuvimos contando las respectivas experiencias desde que dejamos nuestro país.
        Me ofreció si quería vivir con ella, compartía piso con otras dos chicas más. La verdad es que pagaban poco, y el piso estaba muy cerca de la facultad, pero pensé que lo más sensato era seguir estando de interna con la familia hasta que encontrara otro trabajo.
        A los pocos días, recibí una carta. Era una citación para comenzar a trabajar en una empresa de limpieza. El horario era de 8:00 a 14:00, y aunque iba un poco justa de tiempo, tenía el necesario para comer algo e ir a clase, que empezaba a las 15:30.
        El sueldo no era gran cosa, pero sí el suficiente como para independizarme un poco y ahorrar algo para seguir enviándole dinero a mis padres.
        Se lo comuniqué a la señora y dijo que buscaría a alguien en ese tiempo para que cuidase a sus hijos, que no me preocupara. Que estaba muy contenta conmigo pero que no quería que desperdiciara la ocasión de estudiar enfermería que al fin y al cabo era la meta que me había fijado al salir de mi país.
        Hablé enseguida con Catalina, y tan pronto como fue posible me trasladé al piso compartido. Me emocioné mucho cuando me despedí de la familia. Había estado solo dos meses trabajando para ellos pero les había cogido un cariño enorme. Me desearon lo mejor, y con una sonrisa de oreja a oreja y un par de lágrimas, la despedida fue un hecho.

Trabajo nuevo. Gente nueva. Piso nuevo. ¿Y si todo esto no sale bien?

sábado, 16 de octubre de 2010

Un poco de orden.

       
        Una vez tuve los papeles en regla, lo primero que hice fue buscar otro trabajo que me permitiese, si podía, independizarme y comenzar ya en la Universidad.
        Envié muchos currículums, sobre todo a empresas de limpieza. Pero pasaba el tiempo y seguía sin haber recibido llamada de sitio alguno.
        La fecha para matricularme estaba a la vuelta de la esquina, y yo cada vez, más desilusionada. Cada día era mayor la nostalgia que me embargaba y estuve a punto de abandonar y marchar de nuevo a mi país. Pero no iba a tirar la toalla tan pronto.
        Continué en la casa como interna y hablé con la señora para que me dejase ir a la Universidad por la tarde a cambio de que me bajara un poco el sueldo si así lo creía oportuno.
        En realidad dijo estar de acuerdo, le quitó importancia a todo y me dijo que contara con ella para lo que necesitase. Eso sí, algún fin de semana me tocaría hacer horas extra.
        Me pagaba a la semana, pero todo el dinero que conseguía se lo mandaba a mi familia.
        El gran día llegó: después de mucho papeleo e interminables colas, conseguí matricularme en Enfermería en la Universidad Complutense de Madrid. Era lo que llevaba esperando mucho tiempo, sin embargo, muchas dudas asaltaban mi cabeza de nuevo: ¿qué voy a hacer ahora si apenas tengo 300€? El alojamiento y la comida no me preocupaban, pues corrían a cuenta de la familia. Pero, ¿y el transporte?, ¿los libros?, ¿las fotocopias?
        Cundió el agobio, y no solo por el dinero, y mi cara de preocupación así lo reflejaba. La señora se dio cuenta y enseguida se interesó por mí. En ese momento me sentí como una hija más. Después de casi tres meses fuera de mi país y alejada del cariño y afecto de mi familia, lo agradecí enormemente.
        Una vez más, la señora se portó, y propuso alternativas a todos mis problemas. Mi agobio duró lo mismo que un whisky on the rocks.

¿De verdad hay siempre una solución para todo?

miércoles, 13 de octubre de 2010

Segundas oportunidades.


       
        A la semana de estar en Madrid encontré un trabajo de interna en Majadahonda  para cuidar a un niño de tres años. La señora parecía muy amable y me ofreció un seguro médico, arreglarme los papeles y medias pagas en julio y diciembre. Pero no cumplió nada. Me decía que había presentado los papeles y que ahora tocaba esperar, pero me di cuenta de que me estaba engañando pues nunca me pidió ningún documento.

        Del sueldo en dos meses solo me pagó una cuarta parte. Me dijo que me debería de conformar con eso, que menos da una piedra, y que no me daba el resto porque estaba de ilegal.

        A pesar de la humillación que tal hecho me había producido, decidí seguir con el trabajo. En la urbanización donde trabajaba me encontré a otra ecuatoriana con la que coincidía cuando paseaba al niño. Poco a poco nos hicimos amigas y le contaba todo, incluso que apenas me daba de comer. Me animó a seguir un poco más hasta encontrar otra cosa y que tuviese mucho cuidado, que hablaría con su jefa a ver si podía ayudarme.

        A los pocos días, y gracias a la jefa de mi amiga, conseguí otro trabajo para cuidar dos niños como interna y me marché. Las cosas cambiaron, era una familia buena y generosa, y me trataba muy bien. De hecho, me arreglaron los papeles, aunque no sirvió de nada puesto que tenía que volver a mi país a por el visado.

        ¡Yo no contaba con esto! ¿Y si regresaba  a mi país y luego no podía volver? Además es que mis padres no iban a poder costeármelo.

        Decidí informarme a conciencia de todo antes de que cundiera el pánico. Estaba convencida de que tenía que existir una alternativa a volver a mi país, y que lo único que me alejaba de ella era la desinformación. Sin quererlo me topé con una Ley que exponía que los emigrantes que hubieran entrado en España antes de una fecha determinada, podrían legalizar su situación sin tener que viajar a su país de origen.
        No había pasado ni un mes cuando conseguí poner mis papeles en orden a través de UGT, y por supuesto,  gracias a la ayuda de la familia.

Desengaño VS buenas intenciones. ¿Hasta cuándo?


martes, 12 de octubre de 2010

Tierra firme.


       
        Después de dos interminables días de viaje, llegué a Madrid. No acababa de poner un pie en el Aeropuerto de Barajas cuando me pregunté: ¿y ahora, qué?. La ilusión y las ganas con las que había dejado mi país, se convertían por momentos en temores. Millones de preguntas me asaltaban la cabeza, y todo eran incertidumbres a las que no sabía si iba a ser capaz de enfrentarme.

        Me estaba esperando un familiar de la dueña de la Agencia para que le devolviera la bolsa de viaje. Me preguntó si tenía algún sitio a donde ir, y me ofreció quedarme en su piso hasta que encontrara algún lugar donde vivir. Le dije que tenía reserva de hotel hecha por la agencia, pero me contestó que lo del hotel no importaba.

        Accedí a ir a su piso. Total, ¡no conocía nada ni a nadie! Y supuse que en ningún sitio me iban a aceptar dólares si antes no los cambiaba a euros.
        Para mi sorpresa, me encontré con doce personas más viviendo allí. Todo era muy raro; mucha gente para compartir todo (baño, cocina, etc.). Se me vino el mundo encima. Aún así pensé que solo iba a ser una noche, porque al día siguiente por supuesto iba a acercarme al hotel a ver qué pasaba con mi reserva.

        Por la noche no dormí nada, solo podía pensar en mi hija y en mi familia, y en cómo me las apañaría para conseguir un trabajo y un sitio más o menos barato donde poder pasar el resto de los días que se me venían encima.

        Me levanté pronto, tenía muchas cosas que hacer. Lo primero dirigirme a una Cash Converter y lo segundo y fundamental, ingeniármelas para llegar al hotel. La verdad es que me resultó un poco difícil, era muy temprano y no había ni un alma por la calle. Al rató me crucé con un señor mayor muy trajeado, con maletín y corbata, y con mucha pero que mucha prisa. Me apresuré a preguntarle, pero de muy mala manera me quitó de encima. Me dio lástima, parecía amargado. En el Cantón la gente no te trata con ese desprecio. Tuve la gran suerte de que al poco pasó una mujer que muy amablemente se ofreció para acercarme al hotel, pues ella iba a trabajar y le pillaba de paso.

        -"No tenemos ninguna reserva a nombre de Zaira Miñarro"-. ¿Cómo era posible? Mi nombre no constaba en ningún sitio y tal reserva no existía. Todo había sido un engaño, y lo peor de todo es que todos estábamos igual y ninguno podíamos hacer nada porque éramos personas sin papeles.

¿Por qué hay gente que todavía se sigue lucrando así de unos pobres emigrantes? Tienes poco, y te dejan casi sin nada.




viernes, 8 de octubre de 2010

Dicho y hecho.

   

       
        Hace cosa de un mes me presenté en casa con el pasaporte, ¡por fin!, aunque mi mayor problema, aparte del económico, era tener que dejar a mi bebita de tan solo 7 meses al cuidado de mis padres (esto supuso para mí una decisión muy dura) y no saber cuándo podré volver a verla.

        El dinero que hemos conseguido juntar entre mis padres y yo es el suficiente como para pagar el viaje y la Universidad, sin embargo, apenas dispongo de 250 dólares para buscar alojamiento y acarrear con los gastos del día a día. La verdad es que es todo un reto, y no va a ser nada fácil, pero las ganas de estudiar enfermería superan cualquier adversidad económica.

        Aunque mis padres siguen sin estar muy convencidos, desde el principio he contado con su apoyo. Ellos no son muy conscientes, pero gracias a su sacrificio van a hacer posible lo que es para mí casi como un sueño. 

        Hace un par de semanas fuimos a la Agencia de Viajes La Cueva. Allí nos indicaron que tenía que viajar como turista, con una reserva de hotel de una semana por si en emigración me preguntaban dónde me iba a alojar. También tendría que llevar una bolsa de viaje de 1500 dólares que la Agencia me iba a proporcionar (era un préstamo a devolver) y por la que teníamos que pagar un interés de 200 dólares por los dos días que duraba el viaje. Con ello me aseguraban la entrada en España y que no me deportarían (supuestamente iba de turista).

        La despedida de los míos en el aeropuerto fue muy dura, me abracé a mi hija un buen rato y no pude por menos que llorar. No quería preocupar demasiado a mis padres, pero las lágrimas no dejaban de fluir por mis ojos. Mis padres me querían tranquilizar diciendo que me despreocupara, que la niña estaría bien, que me cuidara y que me querían. Esto es lo que quería oir yo, pero en el fondo también me preocupaba la nueva vida que me esperaba en España, un país nuevo para mí en todos los aspectos, y en el que iba a estar completamente sola.

¿Alguna vez has sentido que dejas un presente sólido por un futuro cuanto menos incierto?


lunes, 4 de octubre de 2010

Yo, mí, me.



        Me llamo Zaira Miñarro y soy ecuatoriana. Nací hace 22 años en un pueblo pequeño llamado el Cantón de Yantzaza, provincia de Zamora Chinchipe (Ecuador).

        Actualmente vivo con mis padres, los cuales me echan una mano con mi bebita Lidia de tan solo siete meses, y con mis dos hermanos Samuel y Claudio. Cuando tuve a mi hija, mi novio se desentendió. Dijo que no quería volver a saber nada ni de ella ni de mí, asique aunque en mi casa no tenemos muchos recursos económicos, entre todos nos ayudamos lo que podemos. 

        Hace tres años acabé Bachillerato en el colegio Martha Bucarám de Roldos obteniendo el título de Secretariado en Español, en Comercio y Administración. Después estudié dos años en el Instituto Técnico Superior Primero de Mayo y conseguí el título de Técnico en Programación de Sistemas, pero como no había los medios necesarios para continuar mi carrera, me puse a trabajar en el Registro de la Propiedad del Cantón de Yantzaza. Durante este periodo de tiempo mi padre cayó muy enfermo, y decidí que igual que me desvivía por el, podría hacerlo por mucha otra gente: ¿Y si estudio enfermería?

        Estuve dándole vueltas cosa de una semana, pues en mi pueblo no hay Universidad y eso supondría tener que marcharme a otro país. Por fin decidí contárselo a mis padres, los cuales no salían de su asombro. Me dijeron que aguantara un poco, que los ingresos eran muy ajustados y debería esperar unos dos años para reunir el dinero suficiente para el viaje y la matrícula, y que mientras continuara trabajando, que aunque fuera poco lo que ganaba, siempre era de ayuda.

        Seguí trabajando dos años más, y mientras, comencé a preparar papeles. ¿Reino Unido Quizás? ¿España tal vez? Me hubiera gustado irme a algún país del norte de Europa, pero el idioma no me ponía las cosas nada fáciles, y la economía menos. Asique finalmente decidí que mi destino sería España, y más concretamente Madrid.

Dudas y más dudas. ¿Realmente me va a merecer la pena dejar todo esto atrás?