lunes, 8 de noviembre de 2010

Cuento III: La vocación




      Dos amigos de la infancia se separaron al llegar a la mayoría de edad y no se volvieron a ver hasta pasados varios años.
      Un día uno de ellos, al pasar por un barrio pobre de la ciudad, oyó una melodía admirable. Un violín dejaba oír sus notas en una ejecución digna de un maestro.
      No resistió la tentación y llamó a la casa esperando ver a tan notable maestro. Cuál no sería su sorpresa al ver, allí en la puerta, a su gran amigo de la infancia.
- Cuéntame - le preguntó después de abrazarse. - ¿Eres tú quien ha interpretado tan extraordinaria melodía?
- Yo soy. El violín es mi única pasión.
- Pero, ¿cómo vives en esta humilde casa; acaso no se han reconocido tus méritos?
      Y el joven violinista respondió:
- Se han reconocido. Pero todos me exigían tocar a su gusto, nunca al mío.
      El amigo, comprendió entonces el valor de la libertad.

      Mejor ser pobre y libre, que rico y subordinado. ¿No crees?

No hay comentarios:

Publicar un comentario